domingo, 17 de agosto de 2008

Domingo 17 de Agosto de 2008
Diario Perfil - Buenos Aires, Argentina
Año III Nº 0287


Pierce Brosnan

LA PEOR AVENTURA DEL EX BOND SE LLAMA ABBA

El ex 007 reconoce que eligió actuar con Meryl Streep en Mamma Mia!, sin medir las consecuencias. Confiesa que interpretar los clásicos del grupo sueco fue aterrador, aunque no puede evitar asociarlo con los mejores momentos de su vida.

Por Juan Manuel Domínguez


SIN ESCRUPULOS. Brosnan, divertido en una de las promociones mundiales de Mamma Mía! y en una de las escenas más delirantes del film.

Alguien puede imaginar a inglesísimo y licenciado para matar Bond, James Bond, cantando a lo Pimpinela un hit de ABBA (más precisamente SOS) en la costa griega? ¿Y encima usan-do pantalón blanco? Hay una persona. Sí: el actor irlandés Pierce Brosnan. ¿Cómo pasar de ser la representación más carilinda del estoicismo por excelencia (el Agente 007) a ser parte de Mamma Mia!, versión cinematográfica de un musical inspirado en un film de Gina Lollobrigida y que usa y abusa del repertorio de ABBA? Fácilmente, incluso cuando vestía etiqueta, Brosnan lograba que el británico que lo había fascinado de niño (gracias a Goldfinger decidió dedicarse a actuar) respirara cierta autoconciencia y exhalará una canchereada todo terreno. Por eso, después de cinco films Bond y luego de cederle el trono a Daniel Craig, no fue extraño verlo paseando en botas de lluvia semidesnudo por un lobby de hotel (El Matador), disfrazado de comedia romántica (Las leyes de la atracción) o haciendo una de cowboys purasangre (Perseguidos por el pasado). Porque Brosnan, como George Clooney, es de esos tipos que saben activar el personaje y ponerlo en circulación donde quieran que pisen. Activista por la ecología, ciudadano americano desde comienzos del nuevo milenio, partidario demócrata (apoyó públicamente el control de armas y los matrimonios del mismo sexo), viudo y vuelvo casar y dueño de su propia productora (con la cual está realizando la segunda parte de El caso Thomas Crown), Brosnan es, antes que nada, uno de esos actores que detonan la pantalla sin que uno siquiera se dé cuenta. Ya sea derrumbando un castillo de hielo o cantando ABBA de rodillas en una iglesia.

—Fue un poco extraño imaginarte como protagonista de: a) un musical, b) con canciones de ABBA, c)donde cantas y bailas. ¿Resultó difícil convencerte?
—Fue extraño. Dos palabras me convencieron: Meryl Streep. Pero me estoy adelantando. Mi papá había muerto hacía unos pocos días y yo estaba discutiendo con el cura que quería disuadirme de mi idea de que hubiera gaitas en el funeral. Salgo a estirar las piernas y suena el teléfono: “Mamma Mia!, Meryl Streep, Grecia”. Sin preguntar siquiera cuánto me iban a pagar dije que sí. Tuvimos el funeral al otro día, enviamos a papá al cielo. Y recién ahí fui a ver la obra con mi mamá y mis hijos adoptivos.

—Y de repente te encontraste con un musical donde cada situación es motivo de una canción de ABBA.
—Me senté y antes de que comenzara me puse a pensar: “Dios mío, ¿a qué demonios dije que sí ayer?”, y no paraba de repetirme en mi cabeza: “Meryl Streep también está a bordo y todo va a estar bien”. Y ahí empezó el show y uno de mis niños preguntó: “¿Cuál sos vos?”. ¡Y me di cuenta de que no tenía la más mínima idea! ¡Me había olvidado de preguntar! Ya que la historia giraba en torno a la búsqueda que una joven hace de su padre, la que sospecha de tres ex parejas de su madre y los invita a su boda, supuse era uno de esos personajes. Lo que me sorprendió es que fuera Charmichael, ya que ese era el nombre de mi padre. Al menos en la película pude usar la gaita de padre. No es que quiera deprimir a nadie, es simplemente una de esas coincidencias que sólo suceden a la hora de realizar un film.

—¿Eras fan de ABBA, o tuviste que improvisar una pasión inexistente?
—Si tenés 55 años, como yo, es imposible no haber crecido con ellos. Cuando estudiaba en el Drama Centre en Londres, en 1974, los vi ganar el festival de Eurovisión con la canción Waterloo. Pensaba: ¿cómo cuatro suecos pueden usar la ropa más ridicula que yo hubiese visto (hasta aquel entonces) y cantar algo que nadie, incluso hoy día, puede entender su significado? No importaba: todos amaban a ABBA en aquel entonces. Y bastante fuerte, si tenemos en cuenta el éxito del musical. No había forma de no escuchar esas canciones en esos días, hit tras hit. Las bailaba como cualquiera (aunque un poco mejor), pero no era lo mío. Lo extraño es que cuando uno mira hacia el pasado... al menos yo puedo señalar grandes momentos en mi vida asociados inmediatamente a canciones de ABBA.

—Para un actor que fue 007, es decir, que realizó –dobles mediante– proezas físicas que otros actores ni soñarían, ¿cómo fue animarse a cantar y saber que lo escucharían mi-llones de personas?
—Es un poco aterrador. Una cosa es conseguir el laburo. Otra es ir y cantar SOS como si uno se supiera la letra desde la cuna. Ambos actores del musical, en las versiones americana e inglesa, tienen voces increíbles, mientras que yo… Mi guía fue Martin Lowe, el director musical de la película. Bueno, fue la guía de todos aquellos que debíamos actuar de que sabíamos cantar. Pero, sinceramente, estaba aterrado con el asunto.

—Lograste escapar al encasillamiento como 007 jugándote (y jugando) con papeles tan similares como diversos. ¿Cómo comparás esta película con el resto de tu filmografía?
—Bueno, primero que nada: es imposible ser subjetivo con tu trabajo. Siempre está esa zonza idea de que “podrías haberlo hecho mejor”. Pero en el caso de Mamma Mia! estoy bastante orgulloso, incluso considerando que cuando la vi pensé: “¿Me estoy haciendo el galán o estoy actuando?”. Pero una película tan hedonista como Mamma Mia! es fácil: ¡tenés que divertirte! ¡Hay un tipo en pantalla que hacía de un agente del M16 cantando mal un tema de ABBA! Pero cuando cantaba no era un chiste, había diversión, seguro, pero también un compromiso. Y en cuanto al baile: ¡hay cien tipos haciendo una coreografía cerca mío! ¡Sólo tenía que imitarlos! Además, en la película hay secuencias donde uso plataformas y calzas; si eso no es compromiso... ¿qué lo es?

El estigma del espia
Cuando Brosnan decidió abandonar la piel de Bond, seguro de que no quería ser un espía cincuentón, comenzó la gran pregunta: ¿y ahora quién? Después del mejor Bond, que jamás reía y que luchaba con la misma gracia con que pedía una martini revuelto no mezclado, ¿cómo mejorar la apuesta? La opción fue perder la autoconciencia y realizar un Bond más seriecito, pero 100% lucha. El responsable de tamaña hazaña: Daniel Craig. Las comparaciones surgieron y Brosnan responde: “No me importa ninguna de ellas”. ¿Envidia? ¿Escapar a la acusación? ¿Reconocerse inferior a otros Bonds? Nada de eso: “El mundo posee al mejor 007 de todos en Daniel Craig y sólo queda esperar qué se trae entre manos con la nueva película y con las que vendrán.” Nada mejor para un 007 que otro 007. La constante recurrencia a su rol como el agente secreto menos secreto de la historia del cine, si bien no molesta a Brosnan (nada pareciera hacerlo) lo lleva a la siguiente frase: “Para mí Bond fue simplemente otro trabajo (importante, que me habría puertas y me cambió la vida), pero Daniel parece llevarlo en la sangre.”

Streep y el sueño de dos chicas
En más de una ocasión Brosnan sostiene que si hay algo que le vendió el proyecto de Mamma Mia! fue la presencia como coprotagonista de Meryl Streep. ¿Habrá logrado la ganadora del Oscar por Kramer vs. Kramer sobrevivir a la fe depositada por el actor que conoció la fama con la serie Remington Steele?
“Uffff. Fue muchísimo más de lo que yo esperaba. Mucho más allá de cualquier expectativa que pudiera tener. Si bien resultó fundamental para que aceptara el proyecto, después uno cae en la cuenta: ¡voy a trabajar con Meryl Streep! ¡Es demasiado incluso para un ex 007! En realidad, a esta altura de su carrera, quién se anima a cuestionar su talento... Uno sabe que es brillante, sólo alcanza con ver sus trabajos para confirmarlo. Pero trabajar con ella implica realmente descubrirla: es realmente brillante, de verdad ilumina la escena donde esta. Basta con verla cantar Mamma Mia! con casi 60 años y la energía de esa escena para descubrir, otra vez, que es la mejor actriz del mundo.”

Que en Mamma Mia! Streep cante e incluso llegue a disfrazarse como las dos cantantes de la banda (Agnetha Faltstog y Anni-Frid Lyngstad), lleva a preguntar a Brosnan si estaba atraído en su juventud por alguna de las dos A de ABBA: “Totalmente. Nunca me las perdía cuando estaban en Top of the pops (mítico programa inglés de rankings, presentaciones y videos). Eran muy bonitas, sexy, sensuales… el adjetivo que quieras ponerle. ¡Y encima había dos! Todas las bandas tenían sólo una mujer sexy y acá el beneficio era doble. Muy pocas veces llegue a notar que además había dos hombres con ellas.”

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